En la actualidad, soy columnista y editorialista del mismo diario, así como profesor de reporterismo (géneros) y Periodismo Internacional de la Escuela de Periodismo de EL PAÍS desde 1983 hasta la fecha, así como maestro de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (creada por Gabriel García Márquez) desde 1995.
Mi formación ha estado enfocada al periodismo internacional y he publicado cuatro libros -más algún otro que no quiero recordar- dos sobre el conflicto árabe-israelí, y otros tantos de periodismo: "El Blanco Móvil" en 2001 y "Cómo se Escribe un Periódico" en 2009, este último exclusivamente para América Latina, basado en el curso anual de cuatro semanas que imparto en la FNPI de Cartagena de Indias, desde comienzos del siglo XXI.
En los últimos 15 años he pretendido desarrollar una cierta especialización en asuntos latinoamericanos y mi publicación más reciente en este campo ha sido El Momento Político de América Latina, obra de numerosos autores latinoamericanos editada por Rosa Conde, directora de la Fundación Carolina, y Gustavo Suárez Pertierra, director de la Real Instituto Elcano, para la que he escrito el epílogo.
Tengo, además, en mi haber numerosas publicaciones en diarios europeos y latinoamericanos, notablemente, El Espectador de Bogotá, Colombia, país del que poseo la nacionalidad concedida en 2003 por el presidente Uribe, además de la española originaria.
Paso parte del año en mi casa en la citada localidad del Caribe colombiano, lo que es perfectamente compatible con mi trabajo como colaborador del citado diario español.
Además de mi trabajo en la FNPI doy cursos y conferencias, siempre sobre periodismo o política internacional, en España y América Latina.
De no haber sido periodista -lo que me parece dedicación más que suficiente- me habría gustado ser premio Nobel de Literatura para lo que, sin embargo, Nuestro Señor no me dotó adecuadamente. Soy católico no creyente; europeísta con fe últimamente algo maltrecha; y no me cabe duda alguna de que lo único que justifica, tanto para bien como para mal, la existencia de España es algo que llamamos América Latina. Como decía un poeta francés, pese a que soy inevitablemente español, por mi origen, y colombiano de devoción, mi verdadera patria es la lengua. La castellana o española, únicos sinónimos totales que conozco.
En Cartagena de Indias |