domingo, 25 de diciembre de 2011

¿QUÉ PRI ES EL QUE VUELVE?

EL PAÍS, 13 de julio de 2011         
                                                         
M. A. BASTENIER

El PRI vuelve , aunque nunca se había ido, como demostraba su victoria en las legislativas de 2009 que le daban la mayoría en la cámara. Y hoy, tras haber ganado 12 de las 17 últimas elecciones a gobernadores de Estado, parece imparable su marcha hacia la victoria en las presidenciales de 2012. Pero ¿qué partido regresa? ¿El que fue amo de México durante casi todo el siglo XX, y se hundía en los 90 aquejado de gravísimos chanchullos electorales?; ¿o una formación renovada, cuyo candidato es un hombre sanitariamente alejado de los dinosaurios, llamado Enrique Peña Nieto?  El gran despegue del partido puede datarse del pasado 3 de julio, en que Eruviel Ávila vencía en las elecciones a gobernador del Estado de México. Peña Nieto que era el gobernador saliente y había designado a Ávila, veía el resultado como un plebiscito sobre su persona, lo que corroboraban todas las encuestas proclamándole al día siguiente gran favorito para 2012.    
    En su informe de gobierno de 2009 el presidente Felipe Calderón, -del derechista PAN- junto a advocaciones piadosas como la reforma con que alcanzar una educación de calidad, se centraba en la lucha contra el narco-crimen para reducir “una amenaza a la seguridad nacional a solo un problema policial”. Y ahí es donde le duele. Desde su toma de posesión en 2006 se han producido cerca  de 30.000 muertes relacionadas con el narco, y el hecho de que la mayoría se deba a vendettas entre cárteles no es consuelo para la ciudadanía. El político y escritor, Jorge Castañeda acusa al poder de haber despertado al león dormido en una batalla que no podía ganar porque, entre otras cosas, hay que preguntarse de qué lado está la policía. Por eso el presidente lanzó al Ejército a librar una batalla en la que parecía elefante en cacharrería. Y aunque ha habido progresos como la creación en 2009 de un ‘CSI’ para la interceptación electrónica, que permite pasar de las armas de fuego a la lucha de ‘inteligencia’, no hay candidato panista que pueda pensar seriamente en ganar el año próximo.       
     Calderón, que en 2006 había sucedido a su correligionario Vicente Fox, tenía que elegir entre dos posibles alianzas. Con el PRI, contando con sus escaños en la cámara para aprobar las reformas, o con la izquierda, el PRD, para hacer causa común en las elecciones a gobernador y tratar de evitar así una victoria tras otra del PRI. Y aunque el presidente prefería esta segunda alianza, a consecuencia de la cual el partido de Peña Nieto había perdido en los últimos dos años varias gobernaciones, acabó sin reformas y con el PRI dominando el centro del campo. Disensiones en la izquierda habían impedido que el pacto PAN-PRD se reeditara en los comicios del día 3, lo que facilitaba la victoria del sucesor de Peña en el crucial Estado de México.
    El país, ya en plena campaña electoral, no va a dejar de interrogarse durante todo el año hasta las presidenciales de 2012 sobre la personalidad del candidato priísta. Enrique Peña Nieto, de 44 años, viudo y casado en segundas nupcias con la estrella de culebrones Angélica Rivera, sería físicamente del formato Kennedy-criollo. Pero de su acumen político hay que destacar la manera en que ha sabido granjearse el apoyo de Elba Esther Gordillo, líder desde 1989 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, con un millón de afiliados, seguramente el sindicato más poderoso de América Latina, así como  colocar en marzo pasado a su hombre ligio, Humberto Moreiras en la presidencia del partido; porque en México para ganar elecciones primero hay que ganarse el partido; el que sea.
    Pero no faltan los escépticos. Jorge Zepeda, ex director de El Universal, escribía del candidato: “Difícilmente puede recordarse alguna tesis suya que no sea un lema de márketing”, empeño en el que su mano derecha es Alejandro Quintero, de TV Promo y Televisa. Y también hay quienes lo vinculan al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, uno de los recuerdos menos agraciados del PRI, en aquel su fin de reinado.
    Con el PAN imposibilitado por la guerra al narco; el PRD dividido entre Marcelo Ebrard, el preferido del aparato, y Andrés Manuel López Obrador, derrotado por Calderón en 2006, y filo-chavista, que amenaza con romperlo todo si no es elegido candidato, como escribe Rubén Aguilar: “Peña Nieto tiene la mesa más puesta que nunca”. Aunque no se sepa qué PRI es el que representa.  
   

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